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Pastoral 05 NOVIEMBRE 2023

Pastoral 29 de Octubre - Ap. Alberto Magno Sales de Oliveira

¡Sida Espiritual!

Mientras el mundo natural se adentra en el siglo XXI, el crecimiento del hambre, la guerra y las epidemias mortales son casi imposibles de detener, pero desgraciadamente no sólo es ahí en donde se encuentran esos problemas, pues dentro de la Iglesia cristiana parece que poco a poco se ha empezado a introducir un virus que aún estamos a tiempo de controlar: el virus del SIDA espiritual (Síndrome de indiferencia adquirida).

Los “ceroparticipativos” son las personas que ya lo han contraído. Hay varias formas de que te puedan contagiar, pero vamos a conocer con detalle el peligro de esta seria y peligrosa enfermedad.

 

Es un mal que a últimas fechas parece estar tomando mayor fuerza entre la población cristiana. Las personas se muestran indiferentes a lo que Dios está pidiendo que hagamos en estos últimos tiempos, que principalmente es la gran comisión de ir predicar el Evangelio a toda criatura; sin embargo, aunque vemos como cristianos las necesidades de los demás y esa hambre de Dios que el mundo tiene (aunque no tenga la conciencia de ello), somos indiferentes a ellos, pasamos sin poner atención y buscamos únicamente lo que a nosotros nos interesa o pueda convenir. Es un virus del que todavía no se tiene el dato exacto de su origen, pero parece ser que su principio fue allá por el Huerto de Edén, en donde la serpiente, seduciendo a Eva, la incitó a probar el fruto prohibido, y de esa forma ella comenzó a mostrarse indiferente a lo que Dios le había ordenado.

 

Síntomas de la fase primaria. Son varios, sin embargo, entre los más comunes y de más fácil detección son: falta de interés por tener comunión con Dios, esto es, flojera para orar, falta de interés para leer la Biblia, distracción continua dentro de las reuniones en la congregación, falta de involucramiento con las actividades de la congregación, indiferencia por compartir el evangelio, irritaciones y pequeños enojos con otros cristianos, olvido para dar gracias por los alimentos, sueño en las enseñanzas (que no se manifiesta en el cine, la televisión, etc.), dejar de asistir a las reuniones de oración.

 

Síntomas de la fase secundaria. Aquí encontramos desánimo para asistir a la congregación, dudas sobre la existencia de Dios y la salvación, burla continua hacia todo lo que se relacione con la congregación, peleas sobre las enseñanzas no esenciales de la Palabra de Dios, crítica constante a las autoridades, desobediencia continua.

 

Síntomas de la fase última. Aparece la no existencia de autoridad, el sabelotodismo unido al mevalismo (la conducta de “Todo me vale”), creencia de poder manipular a Dios, las mejores amistades son personas no cristianas, asistencia a lugares que influyen negativamente en la vida, distanciamiento de la congregación, actitud de orgullo y poder frente a otros cristianos, malas palabras como parte del vocabulario habitual.

 

Fase terminal. Después de la última fase la consecuencia es fatal: muerte espiritual. Este virus es altamente contagioso y lo peor es que, en la gran mayoría de los casos, no es detectable sino hasta la segunda o tercera fase.

 

Formas de contagio. Son muchas, pero entre las más destacadas se encuentran el contacto oral, el contacto mensual y el intercambio de fluidos ideológicos.

 

  • El contacto oral. Al estar platicando con alguna persona que tiene el síndrome, ésta depositará en los oídos del receptor pequeños gérmenes patógenos (crítica, murmuración, chisme, etc.) que después se incubarán y viajarán por el cerebro hasta la boca, creando así una cadena infecciosa que a su vez contagiará a otro. Luego de la boca bajará por la laringe hasta la altura del corazón. Una vez depositado ahí es algo ya sumamente peligroso.

 

  • El contacto mensual. Éste se da principalmente en aquellas personas que tienen por costumbre dejar de asistir a la congregación por temporadas largas, de esos que sólo tienen contacto con la congregación una vez al mes, de ahí lo de “mensual”. La falta de koinonía (comunión con otros cristianos) hace indiferentes a las personas.

 

  • El intercambio de fluidos ideológicos. Cuando una persona tiene constantes pláticas con gente de ideología contraria o diferente al pensamiento de Dios, y las convicciones cristianas aún no están muy sólidas, hacen que ese intercambio de ideas altere el organismo espiritual, sentimental y aun físico. Esto es altamente contagioso si se tiene alguna herida del pasado que no ha cicatrizado, pues por ahí es por donde entra el virus.

 

Métodos de prevención. La respuesta es simple: con amor, paciencia, gozo, fe, mansedumbre, templanza, benignidad y bondad (todas estas facetas que solamente pueden venir de Dios teniendo una constante comunión con el Espíritu Santo). Orando en todo tiempo con acción de gracias y súplica, teniendo sana comunión con nuestros hermanos en Cristo, respetando y orando por las autoridades, predicando el Evangelio a toda criatura. Sólo así podemos evitar la indiferencia en nuestra vida y poder llevar a cabo la tarea que desde un principio nos fue encomendada por Dios: extender su Reino en la Tierra.

 

Transcrito del Pr. Luis Angel Otalora S.

 

En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.